En el verano del 85, Jan Westera llegó a Huesca por casualidad. Se enamoró de una chica y también del Bar Tránsito en la Plaza San Voto 3. Nunca olvidaría la libertad, la independencia y el ambiente cultural de la época.
La coincidencia también entró en juego cuando, 34 años después, encontró de nuevo a sus amigos Alberto Gabarre y Manel Palou, los dueños de Tránsito, y Marisa Olmos, la chica de la época, ahora su futura esposa. Jan toca de vez en cuando la guitarra y su hija Stella canta a menudo.